CLAVE Los gremios opositores le prometieron a Francisco que trabajarán por la unidad  Se podrá decir de él cualquier cosa, menos que no anda con el pie derecho: Obama y Raúl Castro lo ubican como actor clave del histórico acercamiento entre EE.UU y Cuba; el día del cumpleaños sus admiradores lo tapan de regalos y salutaciones, y hasta su amado San Lorenzo accede a una final con el Real Madrid después de vérselas fiera con un grupo de voluntariosos muchachos neozelandeses. Todo en el mismo día. El papa Francisco se trata, sin duda, de uno de los personajes de esta época. A este hombre con buena estrella reporta prolijamente el sindicalismo peronista desde que llegó a lo más alto de la Iglesia. En esa línea de subordinación, las centrales de Moyano y de Barrionuevo enviaron ayer a Roma a través de reservados canales eclesiásticos un documento con calurosas felicitaciones a Bergoglio por sus flamantes 78 años, con la promesa añadida que en 2015 trabajarán a destajo para que se concrete la tan meneada unidad del movimiento obrero, que el Pontífice alienta cada vez que puede.
Hasta donde pudo averiguar Infobae, el documento no incluyó la firma de Caló ni de otro representante de la CGT oficial, pese a que originalmente estaba previsto que se plegaran. De hecho, fueron invitados a hacerlo. Habían dicho que sí, pero no.
Está más que claro que si los gremios kirchneristas al final se borraron no es por hacerle un feo a Francisco (al que tienen por las nubes) sino porque no resisten verse ni siquiera circunstancialmente embarcados en la misma nave que las centrales opositoras, sin importar de qué se trate.
También es posible que Caló no haya tenido tiempo de consultar bien arriba o que desde el mismo Gobierno le hayan bajado el pulgar a la iniciativa, motorizada por el ruralista Momo Venegas, el más francisquista por lejos de la CGT que maneja el camionero.
Si este grupo de hombres con intereses más o menos comunes es incapaz de articular un mínimo texto de buena voluntad –después de todo no es más que eso--, el reagrupamiento de las distintas facciones en una única central sindical, podría pensar el Papa, resultará más complicado que lograr que norteamericanos y cubanos se digan ahora palabras respetuosas.
Pero a la de cal, otra de arena. Los mismos voceros que ventilaron el mensaje al ex arzobispo de Buenos Aires, aseguran que, casi seguro, antes de fin de año, habría finalmente foto de los que tejen, por ahora con reserva, los prolegómenos del operativo unidad 2015.
El mayor peso de esas negociaciones de acercamiento recae por ahora en Moyano, en algunos de sus lugartenientes y en los "independientes" Gerardo Martínez (Uocra) y Andrés Rodríguez (UPCN), que por oficialistas que se vean siempre van a hacer valer su instinto de preservación.
Y éste les dice que si la Presidenta se va en menos de un año, a ellos –que se van a quedar-- les conviene ir asegurándose lugares expectantes en la reagrupación que se haga para negociar con el próximo gobierno. Se llevan de diez con la Presidenta, expresan de hecho al kirchnerismo, pero más los preocupa el nivel de inflación, la consecuente caída del poder adquisitivo y las cargas impositivas que deben costear cada vez más trabajadores para trabajar.
Lo mismo piensan los míticos "gordos", el mercantil Armando Cavalieri y Carlos West Ocampo, amo y señor de la Sanidad. Ambos se han acoplado a las últimas reuniones de unidad. Dos refuerzos de peso para en teoría suplantar la segura ausencia en estos escarceos de la UOM, el Smata y los taxistas de Viviani; que son el cristinismo puro.
Rivales históricos, hoy metalúrgicos y mecánicos son carne y uña. Necesitados de un espacio común quieren hacerse fuertes desde una confederación de gremios industriales, que no tuvieron problema en refundar días atrás.
La presentación en público de los negociadores, de concretarse, responde también a un intento por quitarse el mal sabor de boca que le dejó a toda la dirigencia la manera en que la doctora Kirchner los descolocó con su anuncio de eximir de Ganancias el doble aguinaldo. Los opositores desactivaron sus paros y los que querían reunirse con Cristina no quisieron más. Quedó una sensación de repliegue en ojotas.
Desde el Gobierno creen que el sindicalismo ya le bajó la persiana a 2014. No esperan novedades, más allá de declaraciones, como la de los conductores de locomotoras, asegurando que en la próxima ronda paritaria exigirán aumentos nunca inferiores al 50 por ciento.
"Una agenda pobre", interpretó ayer ante este medio un funcionario de alto rango del Ministerio de Trabajo, al referirse al descoloque sindical que sobrevino a la desgravación de los aguinaldos.
La cartera laboral, justamente, no terminó el año. Ayer frenó el conflicto con los camioneros con el expediente de la conciliación obligatoria. Un mecanismo que podría repetirse en otros tantos conflictos sectoriales (por bonos o por puestos de trabajo) como bancarios, petroleros, gráficos o en el Parque Industrial de Zárate.
Fuera de esto, Trabajo estará sacando pronto una resolución para ponerle freno a los clásicos adelantamientos de elecciones en los gremios. Una maniobra de muchas conducciones para agarrar a contrapierna a sus opositores sectoriales y asegurarse así otro período. Es un fenómeno que crece notoriamente los años en que el país elige nuevo Presidente.
Así, de acá en más, las elecciones en un gremio podrá adelantarse 120 días como máximo contando para atrás desde el final del mandato.
Pero lo que promete más ruido, con cualquier resultado, es la compulsa que se hará este lunes entre la UTA y los metrodelegados por ver cuál gremio tiene más trabajadores afiliados en el servicio de Subte, adelantado por Infobae en octubre.
Si resulta ganadora la organización de los colectiveros, todo seguirá como está. Pero si triunfa la gente de Pianelli, los metrodelegados tendrán personería gremial propia para negociar salarios y condiciones sin la tutela de la UTA por primera vez desde que se decidió consagrar este matrimonio forzoso.
Viernes, 19 de diciembre de 2014
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