MONSEÑOR ANDRES STANOVNIK EN EL TEDEUM DEL BICENTENARIO “Provincias sin recursos y familias pobres no reflejan las aspiraciones de aquellos congresales” 
En el marco de los festejos por los 200 años de la Independencia, en el Santuario de Nuestra Señora de la Merced se realizó la tradicional ceremonia. En su homilía, el arzobispo de Corrientes destacó la importancia de reafirmar los lazos fraternos y que los gestores obren en servicio a la comunidad.
En el marco de las celebraciones por los 200 años de independencia, en la jornada de ayer se celebró el tradicional Tedéum en el Santuario de Nuestra Señora de la Merced. En un templo colmado de asistentes, con la presencia de algunas autoridades provinciales sentadas en primera fila, el arzobispo Andrés Stanovnik presidió una reflexiva homilía donde palabras como fraternidad, vivienda digna y libertad sonaron fuerte. “Se cumplen 200 años de la Declaración de la Independencia Nacional”, con estas palabras monseñor Stanovnik comenzó su mensaje, mientras remarcaba la importancia de hacerse cargo del momento histórico presente. “Fue precisamente eso lo que hizo aquella primera generación de argentinos, aquel 9 de julio en el Congreso reunido en Tucumán”, indicó. Además durante la misa conmemoró algunas líneas del documento, presentado en la Conferencia Episcopal Argentina, y aprovechó la oportunidad para rescatar la metáfora de la casa histórica de Tucumán como un espacio de encuentro “de diálogo y de búsqueda del bien común”. Características un tanto ausentes en el país, ya que consideró que “el ideal de vivir la Argentina como una gran familia, donde la fraternidad, la solidaridad y el bien común incluyan a todos los que peregrinamos en su historia, está muy lejos de haberse alcanzado”. Y en concreto manifestó: “La independencia y libertad proclamadas hace dos siglos, no siempre se tradujo en tiempos de paz y progreso para todos. Provincias sin recursos y familias pobres sin casa, con muchos argentinos al borde o fuera del sistema laboral, no reflejan las aspiraciones federales de los congresales en Tucumán”. Una vez dicho esto, y ante la presencia de las autoridades políticas, indicó que el acta de la independencia tal como se afirmó en la carta del Bicentenario, sólo alcanzará vigencia, “conforme a los ideales de sus gestores, cuando la familia más postergada de los argentinos tenga una casa digna para formar su hogar, donde no falte la asistencia de la salud, la educación y un trabajo honrado para los padres”.
Principales males En correlato al documento del Bicentenario, monseñor señaló algunos males que amenazan en la patria, entre ellos numeró en primer lugar, al “desencuentro que no nos deja reconocernos como hermanos. Ese desconocimiento corre el riesgo de convertirse en desprecio del otro”, y a esto le sigue “la corrupción generalizada, la plaga del narcotráfico y el descuido de la casa común”. Explicó también que el desencuentro encabeza la lista de males, debido a que “la verdadera libertad, que crea las condiciones del encuentro entre las personas, conlleva necesariamente la apertura a Dios”. Enfatizando en la paradoja de que “para ser independientes y libres, debemos depender. Pero ese carácter liberador de la dependencia no la pueden asegurar las personas. Sólo Jesucristo, él es el fundamento de una educación humanista y cristiana, libre y abierta a todas las culturas, forjadora de las virtudes cívicas propias del ciudadano, cualquiera sea su posición en la sociedad. Este es el acervo educativo que desde la Iglesia queremos seguir ofreciendo como contribución al bien común de nuestra patria”.
Instituciones Remarcó la imponente necesidad de una política al servicio de la sociedad ya que indicó: “La calidad de vida de los ciudadanos está fuertemente vinculada a la salud de las instituciones. Y la salud de las mismas se fortalece con el ejercicio de la política en clave de servicio. Aquel que se pone al servicio de los demás siempre busca incluir a todos y, además, encuentra los caminos más adecuados para la integración y participación responsable de todos, sin dejar a nadie afuera”. Y concluyó la homilía expresando que “sólo una verdadera mística del servicio, que coloque en el centro a la persona humana y su inalienable dignidad, nos salva del aislamiento y nos capacita para construir una Nación libre, fraterna y soberana. Confiamos el presente y el futuro de nuestro pueblo y de la Nación entera bajo el cuidado maternal de María, en su cálida advocación de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí, y suplicamos la bendición de Dios, el Padre de la Misericordia, sobre los gobernantes y sobre todo nuestro pueblo”.
Domingo, 10 de julio de 2016
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