Un recorrido por sus 49 años Aromí: “A los 35 años aprendí a caminar y hablar de nuevo, sentía que venía corriendo por la vida”  La dra Carolina Aromí es una reconocida mujer en el ámbito de la salud de Corrientes. Madre, médica, líder, soñadora y apasionada. Se considera una mujer que va más allá de los limites, que no tiene estructuras y que aprende día a día. Estudió el primer año de Medicina a escondidas de sus padres, es una persona con ideales sin fin, sus objetivos son claros y su pasión la llevó a recorrer caminos que nunca creyó inalcanzables. Ella es Carolina Aromí, médica, actual Presidente de Bansacor y Directora del Banco de Sangre Central de Corrientes.
La vida de Carolina estuvo y está cargada de constantes desafíos, hace frente a todo lo que su pasión detecta y guía, no esquiva la posibilidad de crecimiento y en los momentos de cambios o crisis que aparecen en su labor diaria, los acepta, los toma como propios, transformando no solo su trabajo sino también el de las personas que trabajan con ella.
En esta historia se refleja cómo fue creciendo desde su niñez hasta la actualidad, en donde se encuentra en un estado de plenitud, en armonía con ella misma y con la firmeza de saber qué quiere en esta vida.
Sus relaciones familiares desde la infancia hasta ser madre, su rebeldía que la convirtió en trasgresora, rompiendo estándares de la época, su ingreso muy joven en la Facultad de Medicina, de la Universidad Nacional de Nordeste (UNNE), fueron hechos que marcaron la historia de vida de Carolina y la convirtieron en una persona valiente, visionaria y apasionada.
Segunda hija de Luciano y María Luisa, (Lucho y Chicha), creció en una familia tradicional, conservadora dentro de la sociedad correntina. Siempre admiró la prolijidad y la obediencia de su hermana Gabriela y eso género que descubriera, desde muy joven, que su personalidad sería diferente. Sentía la necesidad de ir un paso más allá, romper las barreras de lo impuesto en ese entonces.
Recuerdos de la niñez
“Tuve una infancia muy feliz y con mucho amor, crecí junto con mi hermana tres años mayor, quien es mi compañera y referente”, comentó la doctora. También recordó a sus abuelos, que el haberlos perdido a muy temprana edad la hizo desarrollar un amor fraterno por las personas de la tercera edad. “Como perdí a mis abuelos siendo muy chica, iba a un hogar de ancianos, junto a mi guitarra, adoptaba un abuelo y lo acompañaba a través de la música”, dijo emocionada.
Esa constante pregunta sobre “por qué todo tenía que ser cómo le decían” y “por qué no se podían modificar las cosas”, la hizo tomar caminos diferentes; como por ejemplo, cambiarse de un colegio privado de monjas para ingresar y finalizar sus estudios en una escuela pública, donde debió aprobar el examen de ingreso como uno de los hechos más trascendentales de su vida.
Una personalidad transgresora
Entrando en su adolescencia los mandatos sociales seguían arraigados y estudiar la carrera de Abogacía era uno de ellos, lo cual le exigió declararse en un nuevo acto de rebeldía. De esta manera, cursó el primer año de Medicina a escondidas de sus padres, ya que ellos consideraban que no era una profesión para una mujer que deseaba ser madre en algún momento.
Con la convicción de que sería médica cueste lo que cueste, y habiendo cursado por adelantado el nivel secundario, destacó que al cumplir los 18 años confesó a sus padres que ya estaba cursando segundo año de Medicina. Ellos creían que todavía estudiaba Derecho, es más hasta aprobó su primera materia, “Debo reconocer que tuve que decir una mentira piadosa, le traje a mi madre la libreta universitaria firmada con Derecho Romano aprobado, cuando en realidad estudié a escondidas los primeros años de medicina”, comentó.
Siempre fue un paso más adelante, no le alcanzó con estudiar lo que la apasionaba, sino también se unió con una amiga y comenzó a trabajar mientras cursaban. Uno de sus oficios fue animando cumpleaños: “Fui payaso, junto con una amiga animábamos fiestas infantiles, era un modo de ir teniendo independencia mientras estudiaba y crecía”.
El rol de ser mamá
A pesar de ser una profesional brillante en el terreno de la medicina, Carolina reconoce que su mayor título es el de madre. Es por ello que, al año de casarse con Rubén, su primer marido, nació Luciano, quien al cumplir un mes de vida le detectaron un tumor cerebral. Este hecho los obligó a reinventarse, juntos en la unión familiar y amparados en la fe de Dios, y así lograron superar este obstáculo. Esto significó para ella un antes y un después.
La vida de Carolina como madre continuó poco después con la llegada de Mauro y más tarde con Neus, todavía siendo estudiante de medicina, lo que significó un redoble de esfuerzos, demostrando que desde joven su garra y su espíritu de luchadora fueron dos de sus principales características. Ya en su etapa de Residente llegó Nahiara, que vino a cerrar el círculo y quien se transformó en un nuevo comienzo para su vida. “Mis 4 hijos me enseñaron el amor más grande que una persona puede tener, son los que están en todas las etapas de mi vida, son mi principio, mi medio y mi final” destacó.
Un nuevo despertar
A los 35 años se encuentra ante una nueva situación que cambiaría su vida para siempre. Un problema de salud tuvo que afrontar cuando sufrió un aneurisma que la obligo a reinventarse. “Aprendí a caminar y hablar de nuevo. Sentía que venía corriendo por la vida, eso me hizo recapitular y entender que en la vida uno no tiene que perpetuar, sino que tiene que ser protagonista de su historia”
Una aprendiz permanente
Ya en el terreno profesional, su vida debió transitar por diferentes caminos. Algunos de ellos sinuosos pero fiel a su estilo, atravesó cada uno de ellos con la misma entereza y fortaleza habitual. Llegó a los lugares más altos en cuanto a la Salud Pública, fue Directora del Hospital Vidal, dirigió Maternidad e Infancia de la Provincia de Corrientes, actualmente se desempeña como Directora del Banco de Sangre Central (BSCC) y Presidente de Bansacor. “Siempre me gustó el trabajo en equipo. El líder es el que escucha y el que se nutre de cada uno de los integrantes de su entorno laboral, el llanero solitario no existe”, afirmó.
Su nuevo cargo volvió a romper con las estructuras establecidas, teniendo en cuenta que, se trata de una mujer menor de 50 años y que el BSCC siempre fue dirigido por un hombre, el Dr. Luciano Pisarello, todo un emblema y uno de los fundadores de la Institución. Es por ello que se considera que fue uno de los desafíos más grandes en su carrera.
Su ingreso al Banco de Sangre Central permitió que pueda concretar uno de sus mayores sueños en esta vida, fue así que el 9 de noviembre del 2016 se inauguró “Bansacor”, la Fundación del Banco de Sangre. “Siempre tuve en mente crear una fundación, lo proyectaba para cuando cumpliera 60 años, por ese motivo haberlo conseguido a los 48 es otro ejemplo de trabajo, esfuerzo y de perseguir los sueños”, dijo la médica.
Carolina se considera una aprendiz permanente, por eso y gracias a la influencia de su hija Neus, arrancó a los 48 años la carrera de Coaching. Esta decisión la tomó luego de reflexionar acerca de la importancia de seguir formándose ante cada desafío, que cómo ella misma lo expresa: “En esta vida uno no deja de aprender y sé que aprenderé hasta mi último suspiro”.
Sábado, 14 de octubre de 2017
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